Sobre erguer pinos e casas

Entre levantar casas e pinos de boliche, Arturo prefere a primeira lida. Mas a sorte não lhe toca há quase um ano. Desde outubro de 2008, Arturo, de 20 anos, passa mais de doze horas por dia, seis dias por semana, levantando os pinos de boliche que jogadores derrubam a cada meio minuto em pelo menos duas das pistas das quais ele cuida.

No centro de Bogotá, o Boliche São Franciso, de 1941, mantém-se fiel a algumas reminiscências de tempos passados. Uma delas é o cheiro de mofo impregnado em cada recoveco do ambiente e suas mesas de sinuca, balcões de madeira e paredes mofadas.

A outra é a reposição manual dos pinos de boliche derrubados. Arturo não é visto por ninguém, a não ser pelo companheiro de ofício que cuida de outras três pistas ao lado das dele. O que se vê de Arturo são seus pés sacolejantes atrás dos pinos.

Quando estes são derrubados, os pés saltam ao chão e aparecem as mãos de Arturo, que rapidamente erguem as peças e repõem a bola que volta aos jogadores por uma canaleta também manual.

Muito exercício?, eu pergunto. Sim, ele responde ofegante, saltando de uma pista a outra quase sem me olhar. E em que mesmo você gostaria de trabalhar? Em construção, levantando casas - responde Arturo.  Às vezes, a sorte erra por pouco.

Sobre levantar pinos y casas

Entre levantar casas y pinos de boliche, Arturo prefiere la primera faena. Pero la suerte no lo toca  hace casi un año. Desde octubre del año pasado, Arturo, de 20 años, pasa más de doce horas por día, seis días por semana, levantando los pinos de boliche que jugadores derrumban cada medio minuto en por lo menos dos de las pistas de las cuales él cuida.

En el centro de Bogotá, el Boliche San Francisco, de 1941, se mantiene fiel a algunas reminiscencias de tiempos pasados. Una de ellas es el olor a moho impregnado en cada recoveco del ambiente y sus mesas de pool, mostradores de madera y paredes.  La otra es la reposición manual de los pinos de boliche derrumbados.

Arturo no es visto por nadie, a no ser por el compañero de oficio que cuida de otras tres pistas al lado de las de él. Lo que se ve de Arturo es el balanceo de sus pies atrás de los pinos.

Cuando estos son derrumbados, los pies saltan al suelo y aparecen las manos de Arturo, que rápidamente irguen las piezas y reponen la bola que vuelve a los jugadores por una canaleta también manual.

¿Mucho ejercicio?, yo pregunto. Sí, él responde, jadeante, saltando de una pista a otra casi sin mirarme. ¿Y en que te gustaría trabajar?  En construcción, levantando casas - responde Arturo.  La suerte es sutil, a veces.

Tradução: Carlos Paz